Hace 17 años, durante una visita a Bogotá en 2007, tuve la suerte de conocer, gracias a mi amigo Jaime Rueda, al profesor y biólogo Jesús Idrobo. El profesor estaba en excelente forma a sus 90 años, había nacido en 1917. Se divertía mucho con nuestros relatos sobre las esperanzas que teníamos para el futuro de la Serranía de la Macarena, y se dispuso a contarnos sus aventuras y expediciones botánicas de los años 1940. Recordaba que hacia 1946, el pueblo de San Juan de Arama no tenía más de una decena de casas habitadas. Pasó varias semanas acampando en la serranía para estudiar las plantas endémicas. Así, fue el primero en describir la naturaleza muy particular de las plantas acuáticas que dan los maravillosos colores al Caño Cristales.

Aparte de algunos grupos de cazadores, la pequeña cadena montañosa estaba entonces completamente virgen de intervención humana. El profesor nos explicó que la flora y fauna se habían desarrollado de una manera excepcional, ya que la serranía se encontraba en contacto con tres ecosistemas muy importantes: los Andes al norte y al oeste, la inmensa llanura del Orinoco al noreste y la vasta cuenca del Amazonas al sur. Cada familia de plantas había visto la competencia de ejemplares provenientes de cada una de estas tres regiones. Según las reglas bien conocidas de la evolución, esto había creado en el ecosistema de la serranía especies particularmente vigorosas y resistentes. Así, le sorprendió la calidad de dos plantas que se harían famosas: la coca y el cacao.

Durante toda su vida, el profesor Idrobo trató de mantener el interés de la comunidad científica por ciertas cualidades de la coca, cualidades bien conocidas por las comunidades indígenas pero que era imposible destacar públicamente, debido a todos los inconvenientes relacionados con el desarrollo de los tráficos ilícitos.

La segunda planta que llamó su atención fue una especie de cacao que hoy se conoce como cacao Forastero, del cual llevó muestras al jardín botánico inglés de Kew Gardens. El profesor, no sin orgullo, nos anunció que esas muestras habían dado lugar a una maravillosa mejora en la producción de chocolate, y que hoy en día, el 80% de los cacaoteros en las plantaciones son descendientes lejanos de los árboles fértiles de la serranía de la Macarena.